miércoles, 28 de julio de 2010

Cuento: El entierro de la doña

Me di cuenta un poco tarde de la muerte de Doña Juana, pero no tan tarde que pude asistir ya al final del velatorio en la capilla funeraria.
El el féretro estaba reluciente, inmensamente bella, tan Hermosa como nunca me imagine que una persona muerta podía estarlo. No tuve el valor de mirarla en el ataúd, pero el niño sobrino de mi hermano me dijo “abuela esta lindísima así dormida” y como esta clase de personas no mienten, me supuse que la paz y la tranquilidad que había adquirido ahora que reposa en ese féretro la convertían en la mujer más bella que haya existido jamás.

Todo sucedió tan rápido que muchos de sus familiares, amigos y conocidos no pudieron darle ese ultimo adiós que se le da a las personas al partir de este mundo y no la acompañaron en el cortejo fúnebre, pero los que asistimos sabíamos que mientras estuvo viva fue una persona muy querida por su forma de ser.
Y ahora que se nos marcha para siempre no morirá en nuestra memoria y que en cada situación en cada hecho en cada circunstancia recordaremos sus buenos y sanos consejos.

A pesar de no verla creo que su cara aparte de la belleza y lozanía conserva esa alegría que transmitía a todo aquel que se le acercaba.
Ella fue en vida esa chispa de alegría, ese motor que movía la vida hacia las cosas positivas,buscando siempre el lado bueno de las cosas, sacando una enseñanza de cada situación de dolor y transmitiendo y expidiendo ternura-paz-comprensión y amor a todas las personas de su alrededor.

Ahora estamos en el campo santo frente a la que será su ultima morada en la tierra y aun no me lo puedo creer, la recuerdo como si estuviera viva presente entre la multitud, pero es mi pensamiento tal vez el de muchas personas presente, aunque la realidad es que en unos minutos quedara cerrada la bóveda y ella se habrá ido físicamente para siempre de entre nosotros.

El sepulturero como una forma de ser consecuente con los que estamos en el cementerio (quizás el llanto y el dolor de todos lo conmovió) dilata el tiempo en preparar la mezcla, en buscar los blocks, en buscar el agua y de alguna manera a sabiendas que ella se quedara allí sola, se lo agradecemos.

Por fin se dispone a cerrar la bóveda pero lo detiene una mano y sollozo de mujer y pide le permita depositar una flor de agradecimiento a su mamá, luego aparece otra a la persona más santa que he conocido, otra a la más alegre, a la más hermosa, a la más comprensiva, etc. Hasta que ya no caben mas flores de agradecimiento dentro de la bóveda.
Antes de poner el ultimo block para dejar cerrada por completo la bóveda, se levanta un muchacho joven y fornido vestido formalmente para la ocasión y extrae una nota del bolsillo izquierdo del traje y dice “señoras y señores, familiares amigos y conocidos”
Todos lo miramos y guardamos silencio ya que iba a leer el panegírico.

Por las palabras que decía deduzco que paso toda la noche y parte de la mañana elaborándolo y mientras lo escribía había llorado tanto que en estos momentos no le quedaban mas lagrimas por derramar.
Sus palabras fueron calando nuestros corazones, porque, quizás cada cosa que decía de ella eran nuestros pensamientos y nuestros sentimientos.
Al concluir el joven su discurso, todos éramos un mar de lagrimas mas aun yo diría que un océano y un solo pesar de tener que irnos y dejar a Doña Juana ahí sola en esta la ultima despedida, aparte del dolor que nos ha quedado en el alma y el corazón viviremos con la alegría y agradecimiento eterno a Dios por que nos permitió conocer y compartir con ella durante tanto tiempo y aprender tantas cosas que ni ella misma se imagino en vida nos enseño.

Solo nos resta pedirle a Dios que le permita estar con El en el lugar que El le tiene reservado a las personas que como ella pasan por este mundo haciendo el bien y que muchas personas le llaman por la vida que vivieron, santos y otros ángeles.

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